Vacía de palabras
tras el golpe esterilizador de las críticas ajenas.
– Enséñeme usted a lidiar con esas opiniones tan bien formuladas y que tanto me aportarán.
En mi vida, no aprendí a hacerlo.
Envidio a las atentas que, tan humildemente, se ponen en el papel de constante aprendices, reformulando sus obras.
Yo no.
En cambio, aprendí que no se puede agradar a todas.
Que no puedo abortar mi proceso.
Ni esterilizar mis ideas porque lo que escribo no es suficiente literatura para algunas.
Me tiro en un océano idiomático desconocido.
Me atrevo a nadar en aguas apenas adentradas.
Me debato rudimentariamente entre palabras,
cual novata dando sus primeras brazadas.
– Es primario lo que escribo.
– Sí, es primario.
En eso estamos de acuerdo.
Y es que siempre hay quien te recuerde la importancia de lo primario.
Deja un comentario