Que sea otoño

Acepto la oscuridad matutina
que te confunde con la noche.
Acepto la densidad gris
y la precipitación de las primeras gotas contra el cristal de la ventana.

Acepto que se me quite la libertad de los pies desnudos,
repentinamente.
Y que el verde de mi balcón se de,
definitivamente,
por infructuoso.

Acepto, de buen grado, que mi taza de café caliente
recupere el sabor que le es debido.

Y que haya menos horas de luz
no es ningún sacrificio.
Se atraen los cuerpos ardientes,
buscando calor.
Se atraen manos y brazos
y se abrigan en mi interior.

¡Acepto que se me caiga el cielo encima!
Y el arrepentirme por no haberme mejor preparado.

Acepto que mi cuerpo demande descanso,
cuando quería, realmente, ir a verte.

Pero, no.
No acepto.
Y es injusto
que por cualquier razón,
natural o no,
me ocultes la luna.
Que me espera llena,
que me espera plena.